De 1830 a 1870, cuando la demanda de colorante creció para la fabricación de carmín, la producción de cochinilla invadió la isla, con la promesa de un futuro mejor, especialmente entre las poblaciones más pobres. Pero el sueño no duró mucho tiempo.
El desarrollo de los tintes sintéticos tuvo un impacto considerable, causando una disminución en la industria de los colorantes. Sin embargo, la economía del archipiélago se salvó en 1850 con la introducción del cultivo industrial del plátano.