Una vieja leyenda dice que en Fuerteventura un pastor regresó a su casa después de un largo día de trabajo. Hambriento y cansado, decidió hacer un alto en el camino para encender un fuego y asar el cordero que acababa de matar. Pasaron las horas cuando justo en el borde de un camino, se encontró con una pequeña cruz de madera.
Pero como hacía frío, el pastor sólo vio dos palos cruzados, que eran ideales para el fuego y calentarse por la noche, y sin pensarlo dos veces, el pastor echó la cruz a las llamas.